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El estoicismo nace en Atenas alrededor del año 300 a.C. y pronto se extendió por toda Roma. En la capital de la República y posteriormente en el Imperio alcanzó tal popularidad que el mismo Marco Aurelio, emperador romano en el siglo II d.C., se convirtió en uno de los filósofos estoicos más importantes.

De los tres filósofos estoicos más influyentes de la historia conservamos la obra más importante de cada uno:

Epicteto nos dejó El Enquiridión, que viene a significar algo como “El Manual”, lo que nos da una pista sobre su perspectiva práctica.

Séneca las Cartas a Lucilio, una recopilación epistolar escrita en los últimos años de su vida.

Marco Aurelio sus Meditaciones, que escribió para sí mismo cuando era emperador.

Por alguna razón inexplicable la palabra estoico se ha convertido en sinónimo de indolente o apático.

Hace algunos meses, la periodista Nellie Bowle se preguntaba en un artículo del nytimes por qué en Sillicon Valley tantos emprendedores estaban adoptando una filosofía de más de 2000 años de antigüedad.

En el texto se citaba a la profesora Ada Palmer, quien aseguraba que la nueva popularidad del estoicismo entre la élite tecnológica era “sorprendentemente similar a la popularidad del estoicismo entre las poderosas élites de la antigua Roma”.

Todo el artículo parecía sugerir que cuando alguien adopta el pensamiento estoico solo busca justificar su indiferencia o pasividad ante el statu quo, tolerando todo lo que sucede sin cuestionamientos ni emociones.

No es la primera vez que el estoicismo es malinterpretado de esta manera. En realidad, el estoicismo no es en absoluto pasivo, y no se basa en suprimir las emociones. No incita a quedarse sentado ante la adversidad; al contrario, te invita a prepararte desde mucho antes, incluso en tus mejores momentos, para enfrentarte a ella.

El estoico sabe que antes de intentar arreglar el mundo es más importante desarrollar una brújula moral independiente.

Un principio central del estoicismo es la dicotomía del control. Esto significa que debemos hacer lo mejor con lo que podemos controlar y al mismo tiempo aceptar lo que no está en nuestras manos. La clave está en conocer la diferencia. Y esta es una las máximas que explican su auge entre la juventud, no solo de Sillicon Valley, sino de todo el mundo.

Un alivio para el atormentado millennial, que ha escuchado toda su vida que el futuro de la humanidad recae sobre sus hombros.

No podemos evitar que pasen cosas malas, pero podemos controlar cómo reaccionamos ante ellas. Al controlar nuestras reacciones a los eventos desafortunados, podemos evitar las emociones negativas. Como resultado, no tienen el mismo impacto en nuestra calidad de vida.

“Si estás angustiado por algo externo, el dolor no se debe a la cosa en sí, sino a tu estimación de ella; y tienes el poder de evitarlo en cualquier momento.” —Marco Aurelio

En pocas palabras, el estoicismo reivindica la autonomía sobre el bienestar propio.