Una de las frases más famosas del mundo es "«Cada uno ha de cultivar su propio jardín»", de Voltaire. Aparece al final de su novela Cándido, escrita en tres inspirados días en 1759.

El objetivo de Voltaire era destruir el optimismo de su época, un optimismo que se centraba en la ciencia, el amor, el progreso y la razón. Voltaire se mostraba escéptico antes estos ideales.

Sin embargo, el libro no es simplemente un cuento trágico diseñado para inspirar nihilismo. De hecho, termina con un memorable alegato a favor del Estoicismo ante las dificultades de la vida.

Los protagonistas de Cándido han viajado por el mundo, habiendo sufrido persecuciones, terremotos, naufragios, violaciones, enfermedades, hambre y tortura.

Al final terminan en una pequeña granja en un suburbio de Estambul. Llega la noticia de que hay disturbios políticos en la capital. Todos en el pueblo se muestran preocupados, pero Cándido y sus amigos Martin y Pangloss se encuentran con un anciano que está sentado tranquilamente bajo un árbol junto a su casa.

Después de hablar con el anciano y comprobar que vivía muy bien a pesar de no tener demasiados bienes materiales y ser totalmente indiferente a lo que pasaba en el resto del mundo, Cándido concluye: "Parece estar en una mejor situación que muchos reyes (...) También sé, que debemos cultivar nuestro jardín".

¿Qué quiso decir Voltaire con sus consejos de jardinería? Esencialmente, que debemos mantener una buena distancia entre nosotros y el mundo, porque tomar demasiado interés en la política y la sociedad es una pérdida de tiempo.

Deberíamos saber que los humanos nunca llegarán a actuar con el grado de lógica y bondad que desearíamos. Así que nunca deberíamos atar nuestros estados de ánimo a la condición de toda una nación o pueblo, de otro modo estaríamos constantemente decepcionados.

Necesitamos vivir en nuestras pequeñas parcelas, no en las cabezas de extraños.

Al mismo tiempo, ya que nuestras mentes son muy vulnerables a la ansiedad y la desesperanza, debemos mantenernos ocupados. Necesitamos un proyecto, pero que no dependa de muchos ni sea demasiado grande. Un proyecto que nos permita dormir cada noche cansados pero satisfechos.

Voltaire quería que nos olvidáramos de grandes ideales que se extendieran a una gran cantidad de gente o incluso a toda la humanidad. En su lugar, deberíamos tomar solo unas pocas hectáreas y convertirlas en nuestro enfoque.